octubre 13, 2009

Vivencia distinta en el "martes 13"


Un gato me anunció la presencia del animal en la puerta contigua al ingreso de mi casa. La sombra nocturna me anunció que una rata de cola larga se hallaba en las inmediaciones de mi domicilio. El animal abrió la boca en señal de defensa y el gato se apartó discretamente. Primera vez que tenía frente a frente a una rata que me miraba con sus ojos negros y me amenazaba con un gesto que simulaba un grito. La reacción fue espantarla y noté que su lentitud no era parte de la amenaza. El bicho escapó con torpeza buscando un refugio en la oscuridad del jardín de la casa del vecino. La sorpresa fue reemplazada por la sensación de asco y temor (susto), que siempre me han acompañado en mi relación con los roedores. No obstante, algo no encajaba en mi primera suposición. La rata no tenía cara de tal.

Mi curiosidad buscó la cara del bicho en el internet, los ojos negros y saltones no eran característica de las ratas comunes. El pelo parado y de distinto color en esa escala de grises que recorría de su cabeza hasta la cola, lo hacían particularmente diferente. No es que sea experto en ratas, pero había algo distinto en los rasgos del animal. Por lo demás, debía calmar mi susto e incertidumbre.

Finalmente lo encontré y subo su foto en este post. Tuve el privilegio de conocer una Carachupa (Zarigüeya: Orden Didelphimorphia - Familia Didelphidae)en la puerta de mi domicilio. Cómo llegó hasta ese lugar? difícil de saber, pero seguro la dañina mano del hombre estuvo metida en el hecho. Ese afán de avasallar los espacios silvestres, para instalar la señal de su conquista como especie dominante, seguramente había afectado el hábitat del animalito de Dios.

Leyendo algo de sus características, los bichitos estos - que no habían sido roedores, sino marsupiales - viven en los árboles, donde son casi inalcanzables, razón por la que se evidenció su lentitud y torpeza en el piso de la cuadra. Su vida esencialmente nocturna se pasa alejada de cualquier contacto con los seres humanos y es parte de la vida silvestre y de su correspondiente cadena de supervivencia. Encontrar a uno de ellos en una zona urbana es parte de la acción deliberada del ser humano, de tipo intencional (atrapada como mascota) o a través de los movimientos de tierra y desmonte con afanes urbanos. Si bien se les atribuye acciones de ataque a granjas y gallineros, las referencias indican que solo lo hacen ante problemas de escases de alimento. Por lo demás, prefieren su hábitat silvestre y natural.

El encuentro con la Carachupa me cambió la sensación de indiferencia con el reino animal en la que vivimos nuestra indolente cotidianidad. El bicho no estaba ahí porque así lo había determinado su instinto, sino por una afectación directa a su hábitat y entorno. Seguramente ya estará muerto por la acción depredadora de algún animal doméstico como un perro o gato. Quizás será arrollado por un automóvil, lo cierto que la maravilla marsupial, entrará en breve en las formas de vida amenazadas, pues el "avance" del hombre es implacable. El post no pasará de una anécdota, para otros será un detalle sin importancia de la convivencia entre "modernidad y progreso". Para los bichos como este y muchos otros, será el principio de su propio apocalipsis. Mientras tanto el mundo seguirá dando vueltas al ritmo de la soberbia especie dominante, aunque esas vueltas lo lleven a su propio fin.

3 comentarios:

Vania B. dijo...

En todos los años que viví en la ciudad de los anillos no me topé con una carachupa. Sabía de su existencia, y que merodeaban por los condominios un poco alejados del centro, pero con el auge de la construcción me imagino que estos pobres animalitos se refugian donde se sienten seguros.

Definitivamente la peor amenaza para nuestro planeta somos nosotros, los humanos que deshacemos ecosistemas en nombre del progreso.

Un abrazo, Eduardo.

Julio Aliaga Lairana dijo...

Se nos ha puesto Usted de un ecologismo que conmueve (por suerte los ecologistas son también biodegradables). ¿Es un tema de fondo?, o la pura emoción del encuentro con la chupacara esa, cara a cara, tan marsupial y nocturna...

El Educas dijo...

Creo que la terrible emoción (susto, asco o cosa parecida), de un sujeto nacido en los andes, respecto de la fauna amazónica, fue el estímulo para el post. No obstante, una dosis de "mea culpa" sobre el medio ambiente, nos debe recordar los viejos compromisos.